SEGUNDAS PARTES NUNCA… CÁLLATE LA BOCA | Carne Cruda
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SEGUNDAS PARTES NUNCA… CÁLLATE LA BOCA

Segunda ocasión en la que asoma el Planazo en Carne Cruda, y para desmontar la popular idea de que segundas partes nunca fueron buenas traemos tres planazos en el que la secuela supera al original.

El primer planazo es para Raymond Chandler y Philip Marlowe. La primera vez que nuestro detective predilecto aparece es en un relato corto llamado El Confidente en 1934, donde se dan las primeras pinceladas, pero no se desarrolla en absoluto al personaje de Marlowe tal y como lo llegamos a conocer. Es en 1939 cuando se publica El Sueño Eterno, primera novela donde es el protagonista absoluto y se nos define como una especie de cowboy moderno, cínico, romántico, solitario y con un código de conducta intachable, nadie puede corromperlo. Buen concejal haría. Pero es en la segunda novela Adiós, Muñeca (1940) cuando el personaje de Marlowe eclosiona en todo su esplendor, la trama está mejor resuelta (El Sueño Eterno es enrevesadísima) y la visión desencantada de la sociedad es más acorde con una realidad corrupta que no nos resulta ajena. Y además es que está muy bien escrito, Chandler describía con finura:

“De la quebrada me llegó el olor a salvia, que me hizo pensar en un hombre muerto y en una noche sin luna. Casas de estuco se esparcían por los flancos de la colina, destacando como bajorrelieves. Al cabo de un rato ya no hubo más casas, sólo la quieta oscuridad del monte, el titilar de una o dos estrellas arriba, y la cinta blanquecina de la carretera donde a un lado surgían a veces las sombras de matorrales espesos, robles y manzanillas entre los que se podía oír la llamada de la codorniz a condición de no hacer ruido y tener paciencia”.

Harl-bolied con un toque de maestro; si quieres rematar la jugada echa un vistazo a la película del mismo título rodada en 1975 con Robert Mitchum como un crepuscular Marlowe.

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Hablemos de cine. Aquí la cosa está más clara, hay secuelas que son claramente superiores a la primera. Estaremos de acuerdo en que el Padrino II es inmensa, o que El Imperio Contraataca es la mejor de la trilogía, pero vamos a hablar de no la segunda, sino la tercera de una saga que seguro que reconocemos por las banda sonoras, plenas de silbidos, aullidos y látigos chasqueando. La Trilogía del Dólar de Sergio Leone, que empezó muy bien con Por Un Puñado de Dólares en 1964, siguió por todo lo alto con La Muerte tenía un Precio, un año después y concluye con la una de las más épicas y grandiosas aventuras del séptimo arte El Bueno El Feo Y El Malo. Protagonizada por Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Walach, narra los encuentros y desencuentros de los tres protagonistas en pos de un tesoro escondido en medio de la Guerra de Secesión yankee. Aquí Leone ya tiene perfilado su estilo, diálogos lacónicos, planos largos, explosiones violentas y mucha, mucha roña. Todo ello aderezado con la que quizá sea la banda sonora más popular de Ennio Morricone. Aunque se considere un western se trata de una película de aventuras, con cambios continuos de localizaciones y cambios también de lealtades entre los protagonista, con un final épico con el duelo en el cementerio de Sad Hill (que por cierto se encuentra en Burgos, cerca de Covarrubias).

Dicen que un grupo tiene toda la vida para escribir el primer disco y luego seis meses para intentar repetir eso con el segundo, y conocemos cientos de casos en que son incapaces de repetir la jugada. Pero hay otros que lo logran. Y ahora sí que voy a buscarme enemigos con esta afirmación; para mí el Second Coming de Stone Roses se come con patatas al primero. Podéis dirigir vuestras airadas protestas hacia aquí, si lo deseáis (total…). La historia es de sobras conocida; después de sorprender al mundo con el debut en 1989 (ojo, discazo) y convertirse en los niños mimados de la prensa british que los encumbró como lo más grande que había salido de las islas desde Dickens; hinchados de ego y suficiencia deciden romper el contrato que tenían con Silvertone y marcharse a Geffen(¿a quién no le tientan unos milloncejos?); se metieron en un laberinto legal que se alargó años y hasta 1994 no pudieron sacar su segundo álbum Second Coming, que además no gustó a casi nadie, y el grupo de fue al garete. Pero, ¿por qué no gustó Second Coming? Los fans esperaban una continuación del brillante pop psicodélico de los inicios y se encontraron con un disco oscuro, denso, con ramalazos blues, jazz y electrónica, que a mí me parece fabuloso. Un planazo, oiga.

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