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Dubuffet en ‘brut’


Jean Dubuffet fue un pintor y escultor francés, su obra es amplia, diversa y siempre impactante. Pero es sobre todo conocido por acuñar el término Art Brut en 1945 y ser el principal valedor de todos esos artistas que han desarrollado su arte al margen de la academia y de la cultura oficial. Algo que en los años cuarenta era toda una provocación. Una pequeña revolución que completa al fundar a mediados de esa década la Compañía del Arte Bruto, que con el tiempo llega a alcanzar las 5000 obras, muchas de ellas creadas por enfermos mentales, niños o cualquiera carente de intención de trascendencia artística

Dubuffet tuvo vocación artística desde muy joven pero no se dedicó enteramente al arte hasta los cuarenta y tantos. Hasta entonces se dedicó al negocio de los vinos. Empieza a exponer sus obras en los años 40 y ya desde el principio las denomina como arte bruto. Su intención era romper de una vez con la engañosa noción de belleza heredada de los griegos que todavía persistía como estandar a pesar de que la apisonadora de las vanguardias había pasado ya varias veces. Lo que diferencia la transgresión del Art Brut de vanguardias como el futurismo o el dadaísmo es precisamente la ausencia de vocación vanguardista y la ausencia de intelectualidad implícita. Dubuffet reivindica el primitivismo total, y encuentra la inspiración en la expresión artística de las personas sin formación, en el arte sin intención de trascendencia. Dubuffet tuvo contacto con algunas de esas vanguardias: surrealismo, patafísica… pero llegó tarde a todas ellas, y ese retraso le dotó de una carga explosiva que le permitió ya en su madurez reírse de todos. Dubuffet fue uno de los artistas más irónicos de la historia, especialmente en sus escritos, porque Dubuffet aparte de pintor y escultor fue músico y un lúcido escritor y ensayista. De hecho ha habido pocos artistas que hayan dedicado tanto tiempo a reflexionar y escribir para explicar su arte y el arte en general.

Art Brut es uno de los conceptos más potentes de la historia del arte y un término que resume perfectamente lo que ha sido artísticamente el Siglo XX, especialmente su segunda mitad. Su concepto de arte era exactamente el contrario al esgrimido por los comisarios de los museos, una institución que por cierto él odiaba cervalmente. Dubuffet dijo “El arte auténtico siempre está donde no se le espera, allí donde nadie pronuncia su nombre. Al arte le horroriza ser reconocido y que lo saluden. En cuanto lo descubren sale pitando”. Para Dubuffet la cultura era un asunto de estado, mientras que el arte en realidad pertenecía a la calle, para él el verdadero artista es el que está indemne de cultura, en contraposición a los intelectuales. Una gente que para Dubuffet se sentaba demasiado, decía “Siempre están sentados, en la escuela, en los congresos, en las conferencias. Siempre están sentados y a menudo adormecidos e incluso a veces muertos a la vez que sentados”.

El arte de Dubuffet mutó en muchos estilos y soportes pero una de sus virtudes es que por mucho que se diversificase uno siempre sabe cuando está ante un Dubuffet. Por su concreción figurativa mucha gente considera que adelantó dos o tres décadas el estilo directo del graffiti callejero y de artistas como Basquiat o Keith Haring. Su serie más ambiciosa fue “L’hourloupe” que empezó en 1962 y a la que dedicó practicamente el resto de su vida. La idea le vino garabateando un folio mientras hablaba por teléfono, cuando colgó miró el resultado y aquello adquirió dimensiones de epifanía, le pareció la conexión directa con el subconsciente creativo. Desde entonces se dedicó a crear acumulaciones de formas imposibles, geometrías cacofónicas y siempre sorprendentes. Al principio eran cuadros pero después pasaron a ser cuadros en tres dimensiones, luego esculturas y la serie acabó mutando en extraños objetos arquitectónicos todavía hoy presentes en la calles de Nueva York, Paris o Houston, el culmen de L’hourloupe es la Closerie Falbala, que más que una obra es un paisaje artístico de más de 1.600 cuadrados situado en mitad del campo, cerca de la localidad francesa de Perigny. Se puede visitar y no solo eso sino que por deseo expreso del autor se puede entrar en la obra, se puede pisar y dar volteretas si a uno le apetece.

El Art Brut es un concepto que floreció especialmente en el terreno de la pintura, pero siguiendo la asunción del arte bruto como arte auténtico podemos decir que está presente en todo el espectro artístico, está por todas partes, aunque es cierto que hay disciplinas, como por ejemplo la arquitectura, que dependen completamente de la formación y el método. Pero incluso en la arquitectura los aficionados al art brut citan algún ejemplo brutalista, como el español Justo Gallego un tipo que a sus 90 años sigue construyendo en solitario y con sus manos una catedral brut en Mejorada del Campo.

La música es un caso aparte, es un arte especialmente dado al brutalismo, en particular el rock parece art brut en esencia y más desde la explosión del punk ya que el número de músicos que han seguido una formación más o menos académica es una minoría bastante notable. Por ello para encontrar el verdadero Art Brut dentro de la música los anglosajones se sacaron de la manga el término Outsider Music, que engloba a artistas con escaso afán de trascendencia y en muchas ocasiones con severas disfunciones mentales. Ha habido casos célebres como el de las niñas de The Shaggs, el freakazo de Tiny Tim o el entrañable Daniel Johnston. Existen libros y CD’s recopilatorios de este submundo como los publicados por Irwin Chusid bajo el título “Songs In The Key Of Z”. Otro caso célebre es Wild Man Fischer, un tipo que fue expulsado repetidamente de la escuela porque no dejaba nunca de cantar en clase, se le diagnosticó esquizofrenia y estuvo años internado en el Hospital mental de Camarillo (el mismo que acogió una temporada a Charlie Parker). Cuando salió empezó a actuar y llego a telonear gente tan conocida como Solomon Burke, Bo Diddley o Iron Butterfly. Frank Zappa presenció uno sus shows y quedó tan prendado de su talento bruto que se convirtió en su padrino y lo incorporó un tiempo a la tropa de Mothers of Invention además de producirle en 1968 el disco “An Evening With Wild Man Fischer”.

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